Día 109, jueves
Esta tarde dejé la ventana de mi cuarto abierta de par en par, para que se oxigene un poco del veneno para insectos, y cerré la puerta mientras bebía con unos amigos en el primer piso. Una vez que los despedí y subí a mi habitación, me di conque tenía visita. La luz de la calle caía sobre la cama alumbrando una escena estremecedora. Una persona muy bien vestida, con terno y con corbata negra, estaba sentada esperándome. Se presentó a sí mismo con mucha educación, explicando que venía para algo en particular, que desde hacía tiempo yo estaba trasgrediendo ciertas normas fundamentales. Le pregunté, muy molesto, de qué se trataba aquella broma, mientras lo empujaba contra la ventana esperando que desapareciera. "Escucha", me dijo bruscamente, explicándo que él sólo era el mensajero. "Los de arriba están muy molestos contigo, dicen que te burlas de los demás y que disfrutas consumiéndoles el alma". "No sé de qué hablas", le aseguré. El tipo con terno y con corbata se lo tomó con mucha calma, agachando la cabeza y pensando una buena manera de explicármelo, mientras yo me desvestía y me metía a la cama, con los ojos y la nariz irritados debido al veneno para insectos. "¿Haz visto Highlander, el inmortal?", me preguntó. "Sí", le dije. "Pues es algo así", me explicó él. Continuó hablando así toda la noche, reprochando mi estilo de vida y haciendo estúpidas comparaciones con series de televisión bastante pasadas de moda. La relación que yo tenía con mi jefe era algo así como "¿Quién manda a quien?" y con mis amigos era tipo "Los años maravillosos". Poco a poco fui quedándome dormido y a la mañana siguiente, cuando me desperté, la ventana seguía abierta y el hombre de terno había desaparecido.
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